lunes, 14 de abril de 2008

LOS MANDJITS DE LA ATLÁNTIDA

Del capítulo anterior sabemos que los sobrevivientes de la catástrofe tuvieron que agradecer por sus vidas a los Mandjits, que tenían fama de permanecer siempre a flote. Naturalmente, sus descendientes iban a incluir este gozoso suceso en su religión. El descubrimiento de embarcaciones en medio del desierto, sólo representó una fuente de problemas insuperables e inexplicables para los egiptólogos. En mayo de 1954, el arqueólogo Kamal-el-Mallakh halló un pozo en el lado sur de la Gran Pirámide, de 31,5 metros de largo y 23,5 metros de profundidad. Dos metros debajo de eso, encontró bloques de piedra caliza, algunos de los cuales pesaban más de quince toneladas. Debajo de este techo de piedra se encontró un bote de cedro, desarmado. Tardaron catorce años en reconstruirlo, pero el resultado valió la pena, pues resultó ser una nave de 43 metros de longitud, del mismo tamaño que tenían las que eran usadas por los vikingos para cruzar el Atlántico.
El hallazgo provocó muchos interrogantes entre los egiptólogos. Si este barco había sido construido por armadores que tenían conocimiento de navegación en el mar abierto, entonces ¿quiénes eran ellos? Según la historia ortodoxa, los egipcios fueron nómadas durante algunos siglos antes de la construcción. ¿Dónde habrían podido adquirir los conocimientos en el desierto para construir embarcaciones para navegar en el mar? Por cierto, podría decirse que los faraones sólo los usaban en los rituales, pero aun así, ¿de dónde obtuvieron el diseño? Preguntas, preguntas y más preguntas. Por supuesto, ya sabemos que la única respuesta lógica es que provenía de sus antepasados, los cuales usaron embarcaciones similares para escapar de su país. En 1991 el misterio fue aun mayor para los egiptólogos. En Abydos existe uno de los edificios más antiguos de Egipto, el Osireion. Según el profesor Naville, quien descubrió la estructura en 1914, este enorme edificio fue un gran depósito de agua que se llenaba cuando subía el río Nilo. El templo cercano de Seti estaba dedicado a Osiris. Los textos de la pirámide dicen lo siguiente sobre el tema: “Tú has muerto, pero vivirás de nuevo. Ve al lago y sigue por el canal a Abydos”.

Una vez más, vemos aquí la conexión con los acontecimientos que habían sucedido casi doce mil años antes. Osiris (Orión) se encontraba en una bahía y fue transportado por el mar. Luego, él “despertó” en el cielo. Si echamos una cuidadosa mirada al mapa estelar, veremos que la Vía Láctea se encuentra situada próxima a la constelación de Orión. En Egipto se asociaba al Nilo con la Vía Láctea (o el mar de estrellas), por lo tanto, la historia es correcta en todos sus detalles. Una reconstrucción de estos datos nos ofrece la siguiente historia. Orión, que está en la pirámide, debe ir al lago y desde allí, al Nilo en dirección a Abydos. Naturalmente, esto sólo puede hacerse por barco. Y ¿qué encontramos a un kilómetro hacia el Noroeste de Osireion? Exacta­mente doce grandes barcos. ¿Por qué doce? Es probable que haya una conexión con el zodíaco. En la publicación The Guardian, del 21 de diciembre de 1991, leemos lo siguiente al respecto: “Una flota de barcos reales de hace cinco mil años fue hallada a 31 kilómetros del Nilo. Los expertos dicen que los barcos, que pueden variar en longitud de 15 a 18 metros, son los primeros barcos reales de Egipto y los más antiguos que se hayan encontrado”.
Ocultas en sus sepulturas de ladrillos, las embarcaciones probablemente fueron colocadas primero sobre la arena del desierto. La capa de tiza blanca alrededor de los sepulcros permitía que, bajo el Sol, se advirtiera su brillo desde lejos. Los investiga­dores también convinieron en que los barcos pudieron soportar las peores condiciones climáticas en el mar. Sin embargo, eran 500 años más antiguos que el barco de la pirámide. Otro sorprendente misterio fue que los mismos barcos se hallan representados en pinturas murales que son 1.500 años más antiguas. Los egiptólogos aún no logran resolverlo. Pero nosotros sí que lo sabemos, pues los atlantes eran una nación con muchas habilidades como navegantes que hasta trazaron un mapa perfecto de la Tierra. Sabían todo acerca del movimiento de las estrellas y los planetas, y este conocimiento era necesario para que sus marineros pudieran navegar hacia otros países. En su libro The Path of the Pole [La senda del Polo], el profesor Charles Hapgood escribe:
Todo investigador serio debe conseguir un gran mapa moderno de la Antártida, ya sea el que produjo National Geographic Society o el que preparó American Geographic Society, que es más elaborado y más moderno. En ese gran mapa debe seguir la costa, comparándola con el mapa de Oronteus Finaeus y esta tabla. Estoy seguro de que llegará a la conclusión de que la concordancia entre los mapas antiguos y modernos está completamente más allá de toda probabilidad de coincidencia. Como un comentario final sobre esta extraordinaria evidencia, diré que aunque está comprobado que este mapa ya existía en 1531, no hubiera sido posible dibujar uno con semejante precisión en los tiempos modernos, hasta la invención del cronógrafo en el reino de Jorge III, alrededor del año 1780. Este instrumento primero hizo posible la determinación exacta de la longitud. Conclusión: el mapa es una evidencia de una adelantada civilización perdida.

Con este conocimiento y gracias a los Mandjits, los atlantes pudieron escapar al cataclismo; a ellos les deben sus vidas. Por eso el éxodo a través del mar seguía repercutiendo miles de años más tarde. A causa de esto, mucho después se construyeron enormes barcos de piedra y con las mismas exactas proporciones; algunos fueron descubiertos en Abusir y Saqqara, en el camino a Giza, con sus proas apuntando hacia el Oeste.

Figura 12
Oronteus Finaeus, mapa de la Antártida, Oronteus Finaeus de la Antártida.

El barco en Abusir mide cerca de 30 metros y es un verdadero monumento. El nombre que había sido cincelado en él en jeroglíficos es lo suficientemente claro: “Padre de Osiris”. En otras palabras, ¡Dios! Este Mandjit fue construido por orden de Ni-Osiris-Ra, faraón de la quinta dinastía, cuyo nombre significa, “Descendiente de Osiris y del Sol”. La orientación del barco es Oeste-Este, con la proa apuntando hacia el Oeste, donde el Sol actualmente “está tranquilo”. La amarra, al igual que sus otras partes, habían desaparecido, pero el barco conservaba su excelente estructura. El notable casco de la embarcación, capaz de soportar los mares más bravíos, muestra una ingeniosa disposición de líneas, igual que los Mandjits de papiro.
El barco de piedra de Abusir, por lo tanto, es tan importante como los de madera. Entonces, desde aquí hago un llamado urgente a los egiptólogos para que se ocupen del alto valor simbólico de todos estos barcos.


Cuando uno tiene una de estas embarcaciones delante de sí y conoce la historia del éxodo, entonces soñar despierto es casi inevitable. El inolvidable espectáculo de los miles de Mandjits dirigiéndose al mar durante el cataclismo, pronto aparecerá en su mente. Sin estos navíos, Egipto nunca hubiera existido como lo conocemos hoy. Sin ellos, Isis, Horus, Nepthys, el sumo sacerdote y su familia e innumerables personas, no hubieran podido escapar. Dado que la civilización actual se basa completamente en la egipcia, sólo seríamos una cultura primitiva, ni siquiera cercana a la presente.

Figura 13.
Réplica de un pequeño Mandjit.

Sólo quiero dejar aclarado lo importantes que estos Mandjits fueron. Su existencia hizo posible que se nos revelaran los secretos de la Atlántida, siendo primordial en esto, el hecho de que los sacerdotes pudieron predecir el día del cataclismo con ayuda de las “Combinaciones Matemáticas Celestiales”. Este día se está acercando a pasos agiganta­dos. Como sucedió antes, tendremos que construir una flota de modernos Mandjits para sobrevivir a la catástrofe. La conciencia de esto hará despertar a los egiptólogos, confiriendo a dichas embarcaciones su merecido lugar en la historia. De hecho, todos los historiadores deberían proceder así. Después de todo, yo inicié y terminé el primer capítulo, señalando que justo a posteriori del último derrumbe —en el cual la Atlántida se destruyó—, la agricultura apareció en diversas llanuras elevadas, en el mundo. El botánico ruso Nikolai Vavilov se ha dedicado a un profundo estudio sobre esto, habiendo ubicado ocho centros agrarios diferentes, donde se usaron los mismos semilleros.
La pregunta que yo formulé (¿cómo hicieron los atlantes para escapar con las semillas, si su país fue destruido en un día?), aquí está resuelta definitivamente: ellos sabían de antemano que esto iba a suceder, entonces construyeron barcos y se encargaron de repoblar el mundo. Por esa razón hay tantas personas en esta tierra en la actualidad y estamos enfrentando el mayor cataclismo de todos los tiempos. Aún queda la pregunta última y esencial: ¿cómo hicieron para saber que esto sucedería? Y esto nos conduce a la próxima sección.
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